martes, 25 de agosto de 2015

Los sonidos del silencio


Arrastrando su sonrisa, aquella mirada limpia se enturbió hasta proyectar todo su odio y su rencor en una misma dirección. Perdida, descontrolada, buscaba auxilio en las banderas ya izadas e imponentemente zarandeadas por el viento. No era una ilusión, ya no era un mundo ajeno que sobrevivía en medio de los sueños: era real. La vida, trasnochada y tranquila, divertida y acalorada, renovada y despedida, la observaba inmóvil, esperando a que diera ese paso. No el paso imaginado cada noche sobre la almohada, sino el paso de verdad, el paso dado con la punta del zapato impoluto, aquel que nunca se había embarrado y siempre había lucido brillante y nuevo.

El camino sinuoso, entre los árboles, no marcaba un final ni un destino. Ya podías avanzar, que siempre te esperaba un horizonte opaco, que te derivaba siempre hacia otra dirección. Y ella, que siempre había seguido el camino más corto, el camino recto y guiado por el mapa de la eterna seguridad de saber hacia donde iba, porque era un camino marcado, ahora no sabía qué hacer.

Los sonidos del silencio la atormentaban, agitaban su respiración, recorrían con un hormigueo sus piernas, sus brazos y su alma. La noche, espeluznante por el pánico a escuchar su propia voz y no el ruido que acallaba la de su conciencia, silbaba gustosa entre las estrellas. La luna, impertérrita ante la tenue luz que desplegaba como un manto de posibilidades a medias, como una premeditada penumbra que hiciera temblar al más valiente de los seres de día, no juzgaba su sobria puesta en escena. Solo dejaba entrar la luz justa por la ventana, la que permitía el miedo de las sombras alargadas que se colaban por las rendijas de las persianas y mantenían el suspense del sudor frío entre las sábanas.

Ojalá esa noche terminara, pensaba. Ojalá nunca la luna me sirviera en bandeja mi tormento, pensaba. Ojalá las estrellas cayeran e iluminaran mi camino hacia el cielo, pensaba. Ojalá la vida terminara en un fundido a negro, apareciera la palabra "Fin".... y realmente todo terminara.


Álvaro López Martín

lunes, 24 de agosto de 2015

Carta de despedida de Satoshi Kon


Por @A1varoLopez

Hoy hace cinco años que fallecía trágicamente Satoshi Kon, director de películas como Perfect Blue, Millennium Actress, Tokyo Godfathers y Paprika, detective de los sueños. Es, sin duda, uno de mis directores favoritos y no quisiera dejar pasar esta fecha sin recordarle, a través de la emotiva carta de despedida que dejó escrita cuando ya sabía que iba a morir, y que le define a la perfección:

"Cómo podría olvidar el 18 de mayo de este año. 

Recibí el siguiente diagnóstico de un cardiólogo en el hospital de la Cruz Roja de Musashino. 

"Es la última etapa del cáncer de páncreas. La metástasis llegó a muchos huesos. Le queda, a lo sumo, medio año de vida." 

Mi esposa y yo escuchamos juntos. Era un destino tan inesperado e inaceptable que los dos apenas pudimos soportarlo. 

Honestamente solía pensar que no podría evitar morir cualquiera de estos días. Sin embargo, fue tan repentino. 

Para estar seguro, tuve algunas señales. Dos o tres meses antes de eso tuve fuertes dolores en varias zonas de la espalda y en las articulaciones de mis piernas; perdí fuerza en mi pierna derecha y me costaba trabajo caminar, y comencé a ir con un acupunturista y con un quiropráctico, pero nada mejoró. Así que después de que me hicieron resonancias magnéticas, tomografías y demás estudios avanzados, llegó de pronto el diagnóstico de cuánto tiempo me quedaba. 

Era como si la muerte en persona se hubiera puesto justo detrás de mí antes de enterarme, y no había nada que pudiera hacer. Después del diagnóstico, mi esposa y yo investigamos cómo podía prolongar mi vida. Era, literalmente, una situación de vida o muerte. Recibimos apoyo de amigos incondicionales y aliados poderosos. Rechacé los medicamentos anticáncer, y traté de vivir con una perspectiva del mundo un poco diferente a la de la norma. El hecho de rechazar lo que supuestamente es normal, me parecía que era algo muy mío. 

En realidad nunca sentí que pertenecía a la mayoría. Ni en asuntos de cuidados médicos ni en ninguna otra cosa. "¡Por qué no tratar de seguir viviendo de acuerdo con mis propios principios!" Sin embargo, al momento de crear una obra [una película], la fuerza de voluntad no bastaba para realizar el trabajo. La enfermedad avanzaba día tras día. 

Por otro lado, como miembro de la sociedad, acepto al menos la mitad de lo que la sociedad en general considera correcto. Pago impuestos. Estoy lejos de ser un ciudadano ejemplar, pero soy del todo un miembro de la sociedad japonesa. Así que, exceptuando las cosas que necesitaba, desde mi punto de vista, para prolongar mi vida, también intenté hacer todo lo necesario para "prepararme para morir con propiedad". Aunque creo que no lo hice tan bien. (Pero) una de las cosas que hice fue, con la cooperación de dos amigos en los que podía confiar, armar una compañía para que se encargara de cosas como el insignificante número de obras con derechos de autor que poseo. Otra cosa que hice fue asegurarme de que mi esposa recibiera las modestas pertenencias que tengo al escribir un testamento. Desde luego, no creo que alguien peleara por mi legado ni nada de eso, pero quería estar seguro de que mi esposa, quien permaneció a mi lado en este mundo, no tuviera nada de qué preocuparse; además quería quitarle el peso de encima a aquél que daría ese saltito, a mí, antes de que partiera. 

El papeleo e investigación necesarios para estas tareas, para el que ni mi esposa ni yo somos buenos, corrió a cargo rápidamente de mis maravillosos amigos. Después, cuando me dio neumonía y estaba a las puertas de la muerte, y puse mi firma final en el testamento, pensé que si moría justo en ese momento ya nada se podía hacer para evitarlo. 

"Ah... puedo morir al fin." 

Después de todo, me llevaron en ambulancia al hospital de la Cruz Roja de Musashino dos días antes de eso; luego me trajeron de regreso al mismo hospital en ambulancia al día siguiente. Hasta tuve que ser hospitalizado y me hicieron muchas revisiones. Los resultados de esos exámenes: neumonía, agua en mi pecho y, cuando le pregunté directamente al doctor, la respuesta que recibí fue muy seca, y de alguna manera se lo agradecí. 

"Usted va a vivir uno o dos días más... y si llegara a salvarse de ésta, probablemente no vivirá más allá de fin de mes." 

Mientras escuchaba, pensé, "es como si me estuviera dando el pronóstico del tiempo", pero aún así la situación era espantosa. Eso fue el 7 de julio. Fue un Tanabata brutal, sin duda. 

Así que decidí ahí mismo. 

Quiero morirme en mi casa. 

Quizá le causé problemas a mi gente, pero les pedí que vieran cómo podría escapar y volver a casa. [Logré huir] gracias a los esfuerzos de mi esposa, la cooperación del hospital pese a su posición de darse por vencidos conmigo, a la tremenda ayuda de otras instituciones médicas y a las coincidencias, que fueron tantas, que parecían regalos del cielo. Nunca había visto que tantas coincidencias y sucesos se acomodaran de manera tan fina en la vida real; apenas podía creerlo. Esto no era Tokyo Godfathers, después de todo. Mientras mi esposa corría de aquí para allá arreglando mi escape, yo le suplicaba a los doctores "¡si pudiera ir a casa aunque sea medio día, todavía podría hacer cosas!", para después esperar a la muerte a solas, en una deprimente habitación de hospital. Estaba solo, pero esto era lo que pensaba. 

"Tal vez morir no sea tan malo." 

No tenía razones para ello, y tal vez necesitaba pensar así, pero sorprendentemente me sentía calmado y relajado. 

Sin embargo, sólo había una cosa que me molestaba. 

"No quiero morir aquí..." 

Mientras pensaba eso, algo se movió del calendario de la pared y comenzó a esparcirse por la habitación. 

"Oh, no, una línea marchando fuera del calendario. Mis alucinaciones no eran del todo originales." 

Tuve que sonreír ante el hecho de que mi instinto profesional seguía trabajando aún en momentos como este, pero de cualquier manera probablemente estaba en el punto más cercano a la tierra de la muerte de lo que había estado hasta ese punto. Realmente sentí muy cerca de mí a la muerte con la ayuda de mucha gente, milagrosamente escapé de la Cruz Roja de Musashino y volví a casa, envuelto en la tierra de la muerte y sábanas. 

Debería hacer hincapié en que no tengo malas críticas ni odio contra el hospital de la Cruz Roja de Musashino, así que no me malinterpreten. 

Sólo quería ir a mi casa, a mi propio hogar. La casa donde vivo. 

Me sorprendió un poco que, mientras me llevaban a la sala, como un bono, tuve esa experiencia de lecho de muerte con la que todos están familiarizados; ésa de "ver desde arriba cómo trasladan tu cuerpo a la habitación". Me miraba desde arriba a mí mismo y a la escena a mi alrededor desde una posición muy alejada del suelo, a través de un lente gran angular y destelleante. El cuadrado de la cama a la mitad de la habitación parecía grande y prominente, y mi cuerpo envuelto en sábanas era bajado a la mitad del cuadrado. Sin mucho cuidado, pero no me quejo. 

Así que lo único que tenía que hacer era esperar a la muerte en mi propio hogar. 

Sin embargo, logré superar la neumonía. 

¿Eh? 

Más o menos esto fue lo que pensé. 

"¡Ni siquiera soy bueno para morir! (me reí)." 

Después de eso, cuando no podía pensar en nada más que en la muerte, pensé que en realidad había muerto en aquella ocasión. En mi cabeza, la palabra 'renacer' apareció muchas veces. 

Sorprendentemente, después de eso mi fuerza vital se rejuveneció. Desde el fondo de mi corazón, creo que fue gracias a la gente que me ayudó; primero que nada mi esposa, mis amigos comprensivos, los doctores y las enfermeras. 

Ahora que mi fuerza vital se ha reestablecido, no podría desperdiciar mi tiempo. Me dije que me habían dado una vida extra y que tenía que usarla con cuidado. Así que pensé que quería borrar al menos una de las irresponsabilidades que había dejado en este mundo. 

Para ser honesto, sólo le dije lo del cáncer a las personas cercanas a mí. Ni siquiera le dije a mis padres. En particular, por varias complicaciones laborales, no podía decirle nada a la gente, aún si hubiera querido hacerlo. Quería anunciar mi cáncer en Internet y reportar lo de mi poco tiempo de vida, pero si la muerte de Satoshi se hubiera calendarizado, se habrían creado olas, aunque fueran pequeñas. Por esa razón actué de manera irresponsable con la gente. Estoy muy apenado. 

Había tanta gente a quien quería ver antes de morir, aunque sea para darles las gracias. Familia y parientes, viejos amigos y compañeros de la primaria, secundaria y preparatoria; a los amigos de la universidad, a la gente que conocí en el mundo del manga, de quienes tuve mucha inspiración; la gente del mundo del anime que se sentaba a mi lado, con quienes iba a beber, con quienes competía por los mismos trabajos; los colegas con quienes compartí buenos y malos momentos. La cantidad infinita de gente a quienes pude conocer debido a mi posición como director de cine; a las personas que se hacían llamar mis admiradores, no sólo en Japón sino en todo el mundo; a los amigos que hice por Internet. 

Hay mucha gente que quiero que ver al menos una vez (bueno, también hay gente a quien no quiero ver), pero si los viera, tengo miedo de que el pensamiento de "no volveré a ver a esta persona otra vez" me invada, y que eso provoque que no tenga una muerte tranquila. Aunque me recuperé, me queda muy poca energía vital, y se necesita mucho esfuerzo para ver a las personas. Entre más personas me querían ver, más difícil era para mí verlas. Qué ironía. Además, la parte inferior de mi cuerpo estaba paralizada, por el cáncer que había invadido mis huesos, y estaba echado en mi cama; no quería que la gente viera mi cuerpo escuálido. Quería que la mayoría de la gente que conocí me recordara como el Satoshi que estaba lleno de vida. 

Me gustaría usar este espacio para disculparme con mis parientes, amigos y conocidos por no decirles sobre mi cáncer, por mi irresponsabilidad. Por favor, comprendan que éste fue un deseo egoísta de Satoshi. Es decir, Satoshi Kon fue "esa clase de sujeto". Cuando imagino sus rostros, sólo tengo buenos recuerdos de sus sonrisas. A todos, gracias por todos esos grandes recuerdos. Amé el mundo en el que viví. Sólo pensar en eso me hace feliz. 

Toda la gente que conocí a lo largo de mi vida, de manera positiva o negativa, ayudó a moldear al ser humano que es Satoshi Kon, y estoy muy agradecido por esos encuentros. Aún si el resultado final es una muerte prematura a mis cuarenta y tantos, acepto esto como mi propio y único destino. Después de todo, me pasaron muchas cosas positivas. 

Esto es lo que pienso ahora sobre la muerte. "Sólo puedo decir que es muy mala." En verdad. 

Sin embargo, aunque pudiera liberarme de muchas de mis acciones irresponsables [eso de no decirle a la gente], no puedo evitar arrepentirme de dos cosas. Sobre mis padres y sobre el fundador de Madhouse, el señor Maruyama. 

Aunque ya era tarde, no había otra opción más que revelar toda la verdad. Quería rogarles que me perdonaran. 

Tan pronto como vi el rostro del señor Maruyama cuando vino a verme a mi casa, no pude detener mis lágrimas ni mi vergüenza. "Estoy muy apenado por terminar así..." El señor Maruyama no dijo nada, sólo negaba con la cabeza y apretaba mis manos. Estaba muy agradecido. Como una avalancha, llegaron a mí sentimientos de gratitud y regocijo por haber tenido la suerte de trabajar con esta persona. Tal vez sea egoísta, pero sentí como si hubiera sido perdonado en ese instante. 

Mi más grande arrepentimiento es la película La máquina que sueña. Estoy preocupado no sólo sobre la película misma, sino por las personas con las que trabajé para ello. Después de todo, existe una gran posibilidad de que los libretos que creamos con sangre, sudor y lágrimas, nunca sean vistos. Esto es porque Satoshi Kon metió mano en la historia original, el guión, los personajes, los escenarios, los bocetos, la música... en cada una de las imágenes. Desde luego, hay cosas que compartí con el director de animación, el director de arte y otros miembros del equipo, pero básicamente la mayoría del trabajo sólo puede ser comprendida por Satoshi Kon. Es fácil decir que fue mi culpa por hacer las cosas de esa manera, pero desde mi punto de vista me esforcé lo más que pude para compartir mi visión con los demás. Sin embargo, en mi estado actual sólo puedo sentir un profundo remordimiento por mi inepcia en esas áreas. Estoy en verdad apenado con todo el equipo. Sin embargo, quiero que ellos entiendan, aunque sea un poco. Satoshi Kon era "esa clase de sujeto", y por eso fue capaz de hacer el anime desquiciado que era un poquito diferente. Sé que es una excusa egoísta, pero piensen en mi cáncer y perdónenme, por favor. 

No he estado ociosamente esperando a la muerte; incluso ahora estoy pensando con mi débil cerebro alguna forma de que el trabajo siga vivo después de que me vaya. Pero son sólo ideas superficiales. Cuando le dije al señor Maruyama sobre mis preocupaciones acerca de La máquina que sueña, él sólo dijo, "no te preocupes. Ya se nos ocurrirá algo, así que no te preocupes". 

Lloré. 

Lloré incontrolablemente. 

Hasta con mis películas anteriores, había sido muy irresponsable con las producciones y los presupuestos, pero siempre tuve al señor Maruyama para que lo solucionara por mí, al final. 

Esta vez no fue diferente. En realidad no he cambiado. 

Pude hablar abiertamente con el señor Maruyama. Gracias a esto fui capaz de sentir, al menos un poco, que los talentos y habilidades de Satoshi Kon tenían algo de valor en nuestra industria. 

"Lamento perder tu talento. Ojalá pudieras dejárnoslo." 

Si el señor Maruyama de Madhouse dice eso, puedo irme al otro mundo con un poco de orgullo, después de todo. Y, desde luego, aunque nadie más me lo diga, lamento que mis visiones raras y la habilidad para dibujar cosas con detalle se van a perder, pero no puedo hacer nada para evitarlo. Estoy agradecido desde el fondo de mi corazón porque el señor Maruyama me dio la oportunidad de mostrarle al mundo esas cosas. Gracias, muchas gracias. Satoshi Kon fue feliz como director de animación. 

Fue desgarrador decirle a mis padres. 

En verdad intenté ir a Sapporo, donde viven mis padres, mientras podía, pero mi enfermedad empeoró tan irritante e inesperadamente rápido que terminé por llamarles por teléfono desde la habitación del hospital mientras estaba cerca de morir. 

"Estoy en la última etapa del cáncer y moriré pronto. Fui muy feliz por haber nacido como su hijo. Gracias." 

Debió ser devastador escuchar esto de repente, pero estaba seguro de que iba a morir en aquel momento. 

Pero luego regresé a casa y sobreviví a la neumonía. Tomé la gran decisión de ver a mis padres. Ellos querían verme también. Pero iba a ser muy difícil verlos, y no tenía la fuerza para hacerlo. Pero quería ver los rostros de mis padres por última vez. Quería decirles cuán agradecido estaba con ellos por haberme traído a este mundo. 

He sido una persona feliz. Aunque debo disculparme con mi esposa, con mis padres y con toda la gente que amo, por vivir mi vida un poco más rápido que la mayoría. 

Mis padres apoyaron mis deseos egoístas y llegaron desde Sapporo hasta mi casa al día siguiente. Nunca podré olvidar las primeras palabras que salieron de la boca de mi madre cuando me vio tumbado ahí. 

"¡Perdóname por no haberte traído a este mundo con un cuerpo más fuerte!" 

Me quedé mudo. 

Sólo pude pasar poco tiempo con mis padres, pero fue suficiente. Sentía que con ver sus rostros sería suficiente, y así fue. 

Gracias, padre, madre. Estoy tan feliz de haber nacido en este mundo como hijo de ustedes dos. 

Mi corazón está lleno de recuerdos y gratitud. La felicidad como tal es importante, pero estoy agradecido de que ustedes me hayan enseñado a apreciar la felicidad. Muchísimas gracias. 

Es muy irrespetuoso morir frente a los padres de uno, pero en los últimos diez años o más, pude hacer lo que quise como director de anime, alcanzar mis metas y obtener buenas reseñas. Lamento que mis películas no hayan ganado mucho dinero, pero creo que tuvieron lo merecido. En estos diez años o más en particular he sentido que he vivido más intensamente que otras personas, y creo que mis padres entendieron qué había en mi corazón. 

Gracias a las visitas del señor Maruyama y mis padres, sentí como si me hubieran quitado un gran peso de encima. 

Por último, a mi esposa, a quien más preocupo, pero quien ha sido mi apoyo hasta el final. 

Desde el momento del diagnóstico, nos hemos ahogado juntos en lágrimas tantas veces. Cada día fue brutal para ambos, física y mentalmente. Casi no hay palabras para describirlo. Pero la razón de por qué fui capaz de sobrevivir ante esos días difíciles fueron las palabras que me dijiste justo después de que recibimos la noticia. 

"Me quedaré a tu lado hasta el final." 

Fiel a esas palabras, como si dejaras mis preocupaciones en el polvo, hábilmente dirigiste las demandas y exigencias que llegaron a nosotros como una avalancha, y rápidamente aprendiste a cuidar de tu esposo. Me conmovió tanto ver cómo lidiabas con las cosas con tanta eficacia. 

"Mi esposa es asombrosa." 

¿Dices que no hay necesidad de decir eso ahora? No, no. Eres aún más asombrosa de lo que ya eras. En verdad puedo sentirlo. Aún después de mi muerte, pensaré que tú enviaste a Satoshi Kon al otro mundo con elegancia. Desde que nos casamos, estuve tan envuelto en el trabajo que fue hasta que me dio cáncer que pude pasar más tiempo en la casa; qué vergüenza. 

Pero te quedaste cerca de mí, siempre entendiste que necesitaba zambullirme en mi trabajo, que mi talento estaba ahí. Gracias. 

Hay tantas cosas, innumerables cosas que me preocupan, pero todo necesita un final. Por último, quisiera expresar mi profunda gratitud al Doctor H, quien accedió a verme al final en mi casa, aunque es algo que ya no se hace en estos días, y a su esposa y enfermera, la señora K. 

Los cuidados médicos en una casa particular causan molestias, pero usted pacientemente lidió con mis múltiples achaques y dolores causados por el cáncer, y se empeñó en hacer que mi destino final, llamado muerte, fuera tan bueno como se pudiera. No puedo decir cuánto me ayudó. Y usted no sólo lidió con este arrogante y difícil paciente como si fuera sólo su trabajo, sino que se comunicó conmigo como ser humano. No puedo decir cuánto me apoyó, ni cuánto me salvó. Su calidad humana me animó tantas veces. Estoy profunda, profundamente agradecido. 

Y ésta es la última vez, desde que recibí el diagnóstico a mediados de mayo hasta hoy, en que he tenido la suerte de recibir la cooperación, ayuda y apoyo de dos amigos, tanto del trabajo como personales. Mi amigo T, quien ha sido un camarada desde la preparatoria y es miembro de KON' Stone Inc.; y el productor H. Les agradezco a ambos desde el fondo de mi corazón. Muchas, muchas gracias. Es difícil para mí con este insignificante vocabulario expresarles a ambos mi gratitud de manera adecuada. Mi esposa y yo hemos recibido tanto de ustedes. 

Si ustedes no hubieran estado con nosotros, estoy seguro de que estaría esperando la muerte mirando a mi esposa, sentada a mi lado, con mucha más angustia y preocupación. Estoy realmente en deuda. 

Y, si puedo pedir una cosa más, ¿podrían ayudarle a mi esposa a superar esto después de mi muerte? Podría tomar ese vuelo con mi mente tranquila si pudieran hacer eso por mí. Se lo pido desde el fondo de mi corazón. 

Así que, a todos los que leyeron este largo documento, gracias. Con mi corazón lleno de gratitud por todo lo bueno en el mundo, soltaré mi bolígrafo. 

Ahora, con permiso. Tengo que adelantarme."

Satoshi Kon